Este blog pretende recopilar las noticias más representativas de los avances de la física de estos últimos años, antes de que desaparezcan de la web.

martes, 25 de noviembre de 2014

Dos enormes estrellas están en proceso de fusionarse en una sola

Los astros del sistema MY Camelopardalis están ya tan cerca que comparten envoltura y acabarán formando un único objeto de unas 70 veces la masa del Sol

Una estrella de unas 38 veces la masa del Sol y otra ligeramente inferior, de unas 32 masas solares, están tan cerca que comparten una única envoltura. Ambas orbitan alrededor de un centro de masas común, y acabarán fusionándose en una única estrella supermasiva, dicen los científicos, de unas 70 veces la masa del Sol. “Será dentro de algunos millones de años, ni siquiera decenas de millones de años, y tenga en cuenta que eso no es apenas nada en términos astronómicos… nuestro Sol tiene 4.500 millones de años de vida”, explica a EL PAÍS Javier Lorenzo, astrónomo de la Universidad de Alicante y líder del equipo que ha descubierto y caracterizado está sistema binario. MY Camelopardalis, situado, en la constelación de la Jirafa, está a una distancia de entre 12.000 y 15.000 años luz de la Tierra, en nuestra galaxia.



Cuando las dos estrellas se fusionen, la nueva “seguirá su evolución normal, quemando hidrógeno, luego helio… y, posiblemente acabe su vida en una gran explosión de supernova”, añade Lorenzo. En cuando a la fusión, no está claro cómo será: algunas teorías “sugieren que el proceso será extremadamente rápido, liberando una enorme cantidad de energía en una especie de explosión”; otros modelos “favorecen un proceso menos violento, pero, en cualquier caso, espectacular”, señala el Observatorio de Calar Alto (Almería), donde se han hecho las observaciones de este trabajo.
La investigación de este sistema binario, cuyos resultados se presentan en la revista Astronomy & Astrophysics, ha permitido desvelar sus características, pero, además, sustenta teorías actuales que proponen que las estrellas extremadamente masivas se forman precisamente por fusión de las componentes del sistema binario. “Este es el sistema binario más masivo que se ha descubierto formado por estrellas de la secuencia principal, es decir, que están quemando hidrógeno”, apunta Lorenzo.
Las dos estrellas de MY Camelopardalis , jóvenes, muy luminosas y muy calientes (la más masiva, con mayor temperatura, según escriben en su artículo científico estos astrónomos) tienen un período orbital de solo 1,2 días terrestres. Dado su gran tamaño, “tienen que estar enormemente cerca para poder dar una vuelta completa en tan poco tiempo”, señala Sergio Simón, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y uno de los autores de la investigación. “Las estrellas se desplazan a una velocidad superior al millón de kilómetros por hora”, continúa. “Pero, al estar tan cerca, las fuerzas de marea que se establecen entre ellas las fuerzan a rotar sobre sí mismas con el mismo período, es decir, cada estrella gira sobre sí mismas en poco más de un día, mientras que el Sol, que es mucho más pequeño, tarda 26 días en cumplir un giro completo”.
Al estar tan cerca, estas dos estrellas transfieren masa una a la otra y el material de sus capas más externas forman, de hecho, una única envoltura, concluyen estos científicos que la han investigado. Lo que han averiguado de sus características, indica que este sistema binario se formó prácticamente como se encuentra ahora, es decir, que las estrellas ya estaban casi en contacto en el momento de su formación, explica Centro de Astrobiología (CAB), cuya investigadora Miriam García es coautora del trabajo.
En la Vía láctea, la mayoría de las estrellas no son solitarias, como el Sol, sino que forman parte de sistemas binarios o múltiples. “En particular las que son mucho más masivas que el Sol, tienden a aparecer siempre en compañía”, apunta Lorenzo. Y MY Camelopardalis es, además, del tipo denominado binaria eclipsante, un sistema en el que, visto desde la Tierra, cada estrella pasa por delante de la otra cada vez que completa una órbita, lo que produce eclipses parciales de una a la otra.
Lorenzo y sus colegas han basado su investigación en los espectros de luz del sistema binario tomados desde el telescopio de 2,2 metros de diámetro de Calar Alto (Almería), lo que ha proporcionado información esencial para determinar las propiedades de este par de estrellas, como su temperatura superficial y su tamaño (el radio de cada una de ellas es unas ocho veces el del Sol). Pero además, han utilizado la información captada por astrónomos aficionados que han medido son cambios en la cantidad de luz que llega de esas estrellas a lo largo de la órbita.

domingo, 23 de noviembre de 2014

El grafeno quiere salir del laboratorio

En 1859, cuando Edwin Drake perforó el primer pozo de petróleo en Pensilvania (EE UU), es probable que no pudiese imaginar el mundo que se construiría sobre aquel líquido viscoso. Hasta 1888 no se comercializaron los primeros automóviles de gasolina y hasta 1909 no se desarrolló la tecnología que dio comienzo a la era del plástico. Aquella materia prima interesó desde el principio, pero la tecnología transformó su significado para el mundo.

Hace una década, en un laboratorio de la Universidad de Manchester (Reino Unido), dos hombres nacidos en la Unión Soviética realizaron un descubrimiento cuyo alcance también acabaría por sorprender a sus autores. Andréy Geim, director del laboratorio de nanotecnología de la Universidad, le propuso a su pupilo Konstanin Novoselov que investigase los residuos del trabajo de otros investigadores. Estos, para estudiar el grafito, limpiaban sus capas superficiales pegando cinta adhesiva y tiraban como depilándolo de imperfecciones. Novoselov observó que lo que quedaba pegado eran capas de grafeno, un material de un solo átomo de grosor con unas propiedades que desde entonces no han parado de dar sorpresas. Más resistente que el acero, mejor conductor que el cobre y al mismo tiempo flexible, pronto se empezó a considerar como un material milagro.

La fiebre del grafeno no ha parado de subir en los últimos años y todos quieren participar de esta promesa. Por el momento, Europa lidera la publicación de artículos científicos sobre el material, es la región que más aporta a su conocimiento. Sin embargo, Corea del Sur, China y Japón le sacan mucha ventaja a la hora de asegurar las patentes, la propiedad intelectual para aprovechar el valor de esos conocimientos cuando se empiecen a utilizar para producir teléfonos móviles, baterías o paneles solares. Además, desde el descubrimiento de este derivado del grafito, se han incorporado otros materiales bidimensionales con características excepcionales que multiplican las posibilidades de este campo. Para no perder esa carrera por el control del grafeno y sus primos, la Unión Europea anunció en 2013 el lanzamiento de la iniciativa Graphene Flagship, un proyecto que pretende unificar los esfuerzos de los principales equipos humanos del continente, desde los investigadores más básicos hasta grandes compañías. Con 1.000 millones de euros y 76 centros de investigación académicos y empresariales de 17 países, es el mayor programa de I+D de la historia de la UE.

Hace una década, en un laboratorio de la Universidad de Manchester (Reino Unido), dos hombres nacidos en la Unión Soviética realizaron un descubrimiento cuyo alcance también acabaría por sorprender a sus autores. Andréy Geim, director del laboratorio de nanotecnología de la Universidad, le propuso a su pupilo Konstanin Novoselov que investigase los residuos del trabajo de otros investigadores. Estos, para estudiar el grafito, limpiaban sus capas superficiales pegando cinta adhesiva y tiraban como depilándolo de imperfecciones. Novoselov observó que lo que quedaba pegado eran capas de grafeno, un material de un solo átomo de grosor con unas propiedades que desde entonces no han parado de dar sorpresas. Más resistente que el acero, mejor conductor que el cobre y al mismo tiempo flexible, pronto se empezó a considerar como un material milagro.



La fiebre del grafeno no ha parado de subir en los últimos años y todos quieren participar de esta promesa. Por el momento, Europa lidera la publicación de artículos científicos sobre el material, es la región que más aporta a su conocimiento. Sin embargo, Corea del Sur, China y Japón le sacan mucha ventaja a la hora de asegurar las patentes, la propiedad intelectual para aprovechar el valor de esos conocimientos cuando se empiecen a utilizar para producir teléfonos móviles, baterías o paneles solares. Además, desde el descubrimiento de este derivado del grafito, se han incorporado otros materiales bidimensionales con características excepcionales que multiplican las posibilidades de este campo. Para no perder esa carrera por el control del grafeno y sus primos, la Unión Europea anunció en 2013 el lanzamiento de la iniciativa Graphene Flagship, un proyecto que pretende unificar los esfuerzos de los principales equipos humanos del continente, desde los investigadores más básicos hasta grandes compañías. Con 1.000 millones de euros y 76 centros de investigación académicos y empresariales de 17 países, es el mayor programa de I+D de la historia de la UE.

El alcance y los objetivos de esta propuesta han quedado detallados en un documento que se publicará en las próximas semanas en la revista Nanoscale. Las posibilidades, aunque de momento son solo eso, podrían colocar el grafeno en casi todos los ámbitos de la vida. “La alta conductividad eléctrica del grafeno y su gran área de superficie por unidad de masa hace de él un material interesante para el almacenamiento de energía”, se apunta en el informe, liderado por el Andrea Ferrari, investigador de la Universidad de Cambridge y presidente del Consejo Ejecutivo de la Graphene Flagship.
Además de permitir baterías más ligeras y con más capacidad, sería posible cargarlas en minutos en lugar de las horas que se necesitan ahora. Esa cualidad no solo liberaría a los usuarios de los teléfonos inteligentes de la amenaza de la batería baja, también podría tener un gran impacto en el desarrollo de los coches eléctricos y con ellos, de las energías renovables. Estos automóviles podrían incorporar baterías muy finas distribuidas por toda la estructura del automóvil, evitando ocupar la gran cantidad de espacio que requiere las actuales. También se podrían cargar en minutos en lugar de horas, mejoras convertirían este tipo de vehículos en una alternativa más atractiva a los impulsados por combustibles fósiles. Esta es una de las aplicaciones del grafeno menos lejanas porque la versión del material que se necesita, con cavidades y defectos, no necesitaría tanta maestría.
“Lo interesante de estas grandes iniciativas es que se coordinan esfuerzos, y se evita que en distintas partes de Europa se haga lo mismo y permite una conexión directa con la industria”, explica Frank Koppens, investigador del Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona (ICFO) y uno de los autores de la hoja de ruta para el grafeno. Además de acelerar el paso del laboratorio al mercado, la conexión con la industria “ofrece información sobre sus necesidades, algo que también ayuda a mejorar la investigación fundamental”, añade. Koppens descubrió el año pasado una nueva cualidad extraordinaria del grafeno, su gran capacidad para transformar los fotones de la luz en electrones. Si este fenómeno se pudiese mantener a gran escala, este material se convertiría en un gran recurso para construir paneles solares.
Superordenadores ecológicos
No muy lejos de Koppens, también en Barcelona, trabaja otro de los cerebros que lideran esta carrera para trasladar a la vida cotidiana los superpoderes que el grafeno muestra en el laboratorio. Stephan Roche, investigador ICREA en el Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología, es colíder del área de espintrónica del Flagship. Esta tecnología emergente pretende utilizar las cualidades del grafeno para explotar el espín (rotación) de los electrones. Hasta ahora, los circuitos que se encuentran en los ordenadores o los móviles se imprimen sobre silicio, el material sobre el que se construyó la revolución informática. Permitiendo el paso o no de electricidad a través de esos circuitos, es posible codificar en sistema binario la información con la que buscamos ofertas en Internet o enviamos mensajes de texto. El sistema permite aplicaciones fantásticas, pero, como hacen patentes los ordenadores cuando se calientan y sus ventiladores silban, requiere un consumo de energía importante.
En el grafeno, los electrones se mueven con mucha más libertad, 200 veces más rápido que sobre el silicio, consumiendo mucha menos energía y produciendo menos calor. Además de los descubrimientos de investigadores como Roche, en el grafeno es contemplable manipular el espín de los electrones, una característica magnética de las partículas que, como en el caso de la interrupción o no del paso de la energía sobre el silicio, permitiría codificar información. “Nunca se ha podido construir un dispositivo con estas características porque hasta ahora no se ha conseguido actuar en el espín a temperatura ambiente en ausencia de corriente eléctrica”, explica Roche. Hacerlo permitiría introducir mucha más capacidad de cálculo en menos espacio y con una fracción del consumo energético.
Como sucedió en el caso del petróleo y con otros avances científicos, es posible que la tecnología realmente transformadora llegue cuando el grafeno se encuentre con un saber que aún no se ha alcanzado. Los participantes en el Graphene Flagship están convencidos de que en cualquier caso este impulso económico —importante para la ciencia, pero muy pequeño si se compara con casi cualquier gran inversión de la UE— servirá para abonar ese tipo de encuentros entre el grafeno, sus primos y las tecnologías sobre las que se construirá el siglo que viene.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

El CERN descubre dos nuevas partículas nunca vistas

Conocidas como Xi_b'- y Xi_b*-, fueron predichas por el modelo de quarks, pero no habían sido vistas hasta ahora
Los responsables del experimento LHCb del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN ha anunciado este miércoles el descubrimiento de dos nuevas partículas de la familia bariónica, las formadas por quarks.



Estas partículas, conocidas como Xi_b'- y Xi_b*-, fueron predichas por el modelo de quarks, pero no habían sido vistas hasta ahora. Al igual que los protones que acelera el LHC, las nuevas partículas son bariones hechos de tres quarks y unidos por la fuerza nuclear fuerte (una de las cuatro interacciones fundamentales en la naturaleza). Sin embargo, los tipos de quarks son diferentes.
Las nuevas partículas Xib contienen ambas un quark belleza (b), un extraño (s) y uno abajo (d), mientras que el protón está formado por dos quarks arriba (u) y un abajo (d). Debido a la masa de los quarks b, estas partículas son seis veces más masivas que un protón.
Sin embargo, los expertos apuntan que las partículas son más que la suma de sus partes, ya que su masa depende también de cómo están configuradas. Cada uno de los quarks tiene una propiedad llamada espín. En Xi_b'-, los espines de los dos quarks más ligeros apuntan en direcciones opuestas, mientras que en Xi_b*- están alineados.
Esta diferencia hace un poco más pesada a la partícula Xi_b*-. "La naturaleza ha sido generosa y nos ha dado dos partículas por el precio de una", ha declarado uno de los responsables del experimento, Matthew Charles.
Este científico ha explicado que el Xi_b'- tiene una masa cercana a la suma de sus productos de desintegración y, si fuese un poco más ligera, no se habría visto nada. "Es un resultado emocionante. Gracias a la excelente capacidad de identificación de hadrones del LHCb, único entre los experimentos del LHC, hemos sido capaces de identificar una señal muy clara sobre el fondo", ha apuntado el investigador Steven Blusk.
Además de las masas de estas partículas, cuyo hallazgo ha sido publicado en Physical Review Letters, el equipo de investigación estudió sus tasas de producción y las anchuras de su desintegración (una medida de su estabilidad), entre otros detalles.
Encajan en las predicciones
Los resultados encajan con las predicciones de la Cromodinámica Cuántica (QCD), parte del Modelo Estándar de Física de Partículas, la teoría que describe las partículas elementales y sus interacciones.
Comprobar la QCD con gran precisión es clave para mejorar el entendimiento de la dinámica de quarks, modelos que son muy difíciles de calcular. "Si queremos encontrar nueva física más allá del Modelo Estándar, necesitamos primero una imagen precisa", dijo el coordinador de Física del LHCb Patrick Koppenburg.
A su juicio, "estos estudios de alta precisión nos ayudan a diferenciar entre efectos del Modelo Estándar y cualquier otra cosa nueva o inesperada en el futuro".
Las medidas fueron realizadas con los datos tomados en el LHC durante 2011-2012. Actualmente está siendo preparado tras su primer parón largo, para operar a energías mayores y con haces más intensos. Está previsto que comience a funcionar de nuevo en la primavera de 2015.
La colaboración LHCb está formada por 670 científicos y 250 técnicos e ingenieros de 65 instituciones representando a 16 países, entre ellos España. En este experimento participan la Universidad de Santiago de Compostela (USC), la Universidad de Barcelona (UB), la Universidad Ramón Llull (URL), y recientemente se ha incorporado el Instituto de Física Corpuscular (IFIC, CSIC-UV).

jueves, 6 de noviembre de 2014

Espectacular imagen de un sistema planetario en formación

Una nueva imagen del telescopio ALMA (Atacama Large Millimeter / submilimétrico) revela detalles extraordinariamente precisos se un disco de formación planetaria alrededor de una estrella joven.



Se trata de las imágenes más nítidas jamás hechas en longitudes de onda submilimétricas, lo que supone un enorme paso adelante en la observación de cómo los discos protoplanetarios se desarrollan y cómo se forman los planetas.
Para estas observaciones de ALMA, los investigadores pusieron sus ojos en HL Tauri, una joven estrella situada a unos 450 años luz de distancia de la Tierra y rodeada por un disco de polvo.
La imagen resultante ha superado todas las expectativas y revela con un detalle inesperadamente preciso cómo es el disco de material sobrante del nacimiento de las estrellas.
Concretamente, se ha descubierto que se muestra en una serie de anillos concéntricos brillantes, separados por lagunas.
"Estas características son, casi con total seguridad, el resultado de cuerpos planetarios jóvenes que se están formando en el disco. Es sorprendente, ya que no se espera que este tipo de estrellas jóvenes vayan a tener grandes cuerpos planetarios capaces de producir las estructuras que se ven en esta imagen", ha apuntado el autor principal del trabajo, Stuartt Corder.
 "Cuando vimos por primera vez esta imagen nos quedamos asombrados del nivel de detalle espectacular. HL Tauri tiene más de un millón de años de edad, sin embargo, su disco parece estar ya lleno de futuros planetas", ha añadido.
Formación más rápida Para la investigadora Catalina Vlahakis, esta imagen va a "revolucionar las teorías de formación planetaria".
Y es que el disco de HL Tauri aparece mucho más desarrollado de lo que se esperaría con la edad del sistema. Por lo tanto, la imagen de ALMA también sugiere que el proceso de formación de planetas puede ser más rápido de lo que se pensaba.
Las estrellas jóvenes como HL Tauri nacen en nubes de gas y polvo fino, en las regiones que se han derrumbado bajo los efectos de la gravitación, formando densos núcleos calientes que con el tiempo se encienden para convertirse en estrellas jóvenes.
Estas jóvenes estrellas están rodeadas de un 'capullo' formado por el gas y el polvo restante, que eventualmente se deposita en un disco, conocido como protoplanetario.
A través de muchas colisiones, las partículas de polvo se pegan, formando en grumos del tamaño de granos de arena y guijarros.
En última instancia, los asteroides, los cometas e incluso los planetas pueden llegar a formarse de ese disco. Los planetas jóvenes interrumpirán el trazo del disco para crear anillos, huecos y agujeros, como los que se observan en las estructuras que ahora se observan con ALMA.
Una investigación "esencial" La investigación de estos discos protoplanetarios es "esencial", según han destacado los investigadores, de cara a la comprensión de cómo la Tierra se formó en el Sistema Solar. La observación de las primeras etapas de la formación de planetas alrededor de HL Tauri puede mostrar cómo el sistema planetario al que pertenece la Tierra pudo aparecer hace más de cuatro millones de años.
"La mayoría de lo que sabemos sobre la formación de planetas hoy en día se basa en la teoría. Las imágenes con este nivel de detalle habían estado relegadas a las simulaciones por ordenador o dibujos artísticos.
Esta imagen de alta resolución de HL Tauri demuestra lo que ALMA puede lograr cuando se trabaja en su configuración más grande", ha indicado el director general del Observatorio Europeo Austral (ESO), Tim de Zeeuw. A su juicio, ahora "comienza una nueva era en la exploración de la formación de estrellas y planetas".

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Nuevo mapa dinámico del vecindario de la Vía Láctea

La galaxia está a la periferia del supercúmulo bautizado Laniakea, que significa “cielo inmenso” en hawaiano
Las galaxias, como la Vía Láctea a la que pertenece el sol y otros 300.000 millones de estrellas, no están repartidas en el universo al azar. Forman grupos, cúmulos y supercúmulos que están interconectados en una red de filamentos de gran concentración de materia, junto a enormes espacios casi vacíos. Uno de esos supercúmulos es nuestro vecindario cósmico (con unas 100.000 galaxias) del que cuatro astrónomos han logrado ahora no solo trazar sus límites, su frontera, sino también cartografiarlas galaxias en movimiento. Han bautizado el supercúmulo Laniakea, que en hawaiano significa cielo (lani) inmenso (akea), y la Vía Láctea está en las afueras.

Los supercúmulos son difíciles de definir, especialmente desde dentro, recalca la revista Nature que publica esta semana el nuevo mapa dedicándole la portada. Es como intentar describir con detalle el edificio en que uno vive sin poder salir a la calle para observarlo y medirlo.
Brent Tully, astrónomo de la Universidad de Hawai y tres colegas de Francia e Israel, han hecho el nuevo mapa partiendo de los datos del catálogo de galaxias Cosmicflow-2 y, basándose en las velocidades de las galaxias, logran determinar la extensión, estructura y dinámica de nuestro supercúmulo. Los desplazamientos de las galaxias están determinados por el efecto de la gravedad de la materia de su entorno, por la expansión del universo y por su misteriosa aceleración.
Laniakea tiene un diámetro de 520 millones de años luz y se conocen supercúmulos mayores en el universo más lejano, resume en Nature Elmo Tempel, cosmólogo del observatorio Tartu, en Estonia.
Esta cartografía de las estructuras a gran escala del universo es importante, primero, porque revela detalles del entorno de la Vía Láctea, señala Tempel. Segundo, “porque la morfología del universo cercano es esencial para determinar con precisión parámetros cosmológicos como la densidad de la energía oscura, que se supone que gobierna la aceleración de la expansión del universo”. Y tercero, porque el examen de las estructuras cósmicas alrededor de la Vía Láctea nos ayuda a comprender cómo se formaron y evolucionaron las galaxias.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Surgen estructuras misteriosas desde el núcleo de la Vía Láctea

Astrónomos han anunciado el hallazgo de dos inmensas burbujas emisoras de rayos gamma que se inflan desde el centro de lagalaxiaconocida como la Vía Láctea.
Las estructuras anteriormente ocultas, que fueron detectadas por el telescopio espacial de rayos gamma Fermi de la NASA, abarcan 25.000 años luz al norte y al sur del núcleo galáctico.
«Creemos que sabemos mucho sobre nuestra propia galaxia», comentó el astrofísico David Spergel, de la Universidad de Princeton, en una rueda de prensa el martes, aunque no participó en el hallazgo.
«Pero lo que vemos es que estas enormes estructuras sugieren la presencia de un inmenso evento energético en el mismísimo centro de nuestra galaxia».
«Por el momento se desconoce el origen de toda esa energía», añade el coautor del estudio Doug Finkbeiner, profesor auxiliar de astronomía del centro de astrofísica de Harvard-Smithsonian en Cambridge, Massachusetts.

Los rayos gamma son las formas más energéticas de luz que tienden a formarse en el espacio tras eventos violentos como las supernovas u objetos extremos como los agujeros negros o las estrellas de neutrones. (Consulte "Gamma-Ray Telescope Finds First 'Invisible' Pulsar.")
Las burbujas recién descubiertas están formadas de gas caliente y supercargado que libera la misma cantidad de energía que cien mil estrellas explosionando al unísono. «Habría que preguntarse: ¿de dónde procede tanta energía en la Vía Láctea?», añade Finkbeiner. ¿Indican las burbujas de rayos gamma la alimentación de la Vía Láctea?
Una posible respuesta es que las burbujas de rayos gamma sean los vestigios de una antigua explosión estelar ocurrida en el centro de la galaxia.
Si se formó una inmensa agrupación de grandes estrellas hace millones de años, los astros gigantes podrían estar muriendo al unísono, sentando así los prolegómenos de una supernova.
En ese caso, las burbujas podrían representar «la energía acumulada durante millones de años», añade Finkbeiner. «Otra hipótesis, quizás más dramática, es que el agujero negro durmiente en el centro de la galaxia se haya activado por poco tiempo».
Los científicos saben con certeza de la existencia de un grandísimo agujero negro en el centro de nuestra galaxia, y que no adquirió ese tamaño por nada.
Por el contrario, el agujero negro debe pasar por distintas etapas cuando engulle ingentes cantidades de materia cósmica.
Cuando los agujeros negros se alimentan activamente, tienden a expulsar chorros de gran energía desde sus polos.
Los astrónomos han descubierto núcleos galácticos activos en otras partes del universo, pero nunca han obtenido pruebas convincentes de que este proceso pudiese ocurrir en la Vía Láctea. (Consulte "Black Holes Belch Universe's Most Energetic Particles.")
«Las burbujas de rayos gamma podrían ser la primera evidencia de una gran explosión procedente del agujero negro situado en el centro de la galaxia» añade Finkbeiner.
El equipo del estudio ha descartado otra teoría que argumentaba que las burbujas podrían ser vestigios de una sustancia misteriosa conocida como materia oscura.
 Según la teoría, las partículas de materia oscura se destruyen al colisionar entre sí, liberando lluvias de nuevas partículas junto a grandes cantidades de energía.
Se supone que densos cúmulos de materia oscura existen en el núcleo de las galaxias, por lo que el resultado de sus colisiones es una de las formas en que los astrónomos esperarían poder probar la existencia de dicha sustancia.
«Lo que me no me convence de esa explicación son los bordes nítidos que se pueden observar en las burbujas», continúa Finkbeiner, refiriéndose al hecho de que las estructuras conforman domos bien definidos.
La materia oscura habría existido en el núcleo de la galaxia desde el principio y sus partículas habrían estado interactuando constantemente.
«Si algo ha venido sucediendo durante miles de millones de años y todavía permanece en estado constante, no debería verse como una estructura cósmica de bordes definidos» concluye Finkbeiner. Fermi ayuda a penetrar la niebla de los rayos gamma Finkbeiner y su equipo descubrieron las burbujas de rayos gamma utilizando los datos del telescopio Fermi de área amplia, el detector de rayos gamma más sensible lanzado hasta la fecha.
Posteriormente, los científicos tuvieron que procesar los datos en bruto para poder ver a través de la «niebla» de rayos gamma los electrones de gran energía, moviéndose a la velocidad de la luz e interactuando con la luz y el gas interestelar en la Vía Láctea.
(Relacionado: "Mysterious 'Dragons' Make Universe's Gamma Ray Fog.")
 «Se necesitarán estudios adicionalespara obtener la naturaleza real de la fuente de energía que infla las burbujas», comentó Spergel, académico de Princenton.
«Pero debo decir que es una imagen impresionante, que creo interesará a los astrónomos en años futuros, para trabajos de observación, teorización y para alcanzar una mejor comprensión de lo que sucede y relacionarlo a otras áreas de astronomía galáctica y extragaláctica».
El hallazgo de los rayos gamma ha sido aceptado para publicación en The Astrophysical Journal

domingo, 29 de junio de 2014

La NASA prueba un "platillo" volante para llevar humanos a Marte

La misión, que ha costado 150 millones de dólares (unos 109 millones de euros), busca generar una alternativa a las tecnologías desarrolladas hace décadas 
   
La agencia espacial NASA ha lanzado este domingo a la atmósfera terrestre un "platillo volante" que le permite probar tecnologías con las que algún día espera transportar a humanos a Marte, en un ensayo que concluyó con éxito cuando la enorme nave con forma de disco cayó en el lugar esperado en el Océano Pacífico.
El Desacelerador Supersónico de Baja Densidad (LDSD, en sus siglas en inglés), más conocido como "platillo volante" incluso dentro de la NASA, fue lanzado hacia la atmósfera la mañana del sábado desde la isla hawaiana de Kauai, adherido a un globo gigantesco. Pese a que el paracaídas de la nave no se desplegó del todo al concluir la misión, la NASA fue capaz de recuperar el "platillo volante" a la hora prevista de la misma tarde, cuando el disco se desprendió del globo y cayó al océano.
La misión, que ha costado 150 millones de dólares (unos 109 millones de euros), busca generar una alternativa a las tecnologías desarrolladas hace décadas que la agencia espacial estadounidense sigue usando para sus vuelos de exploración a Marte, con el fin de poder enviar algún día humanos al planeta rojo.

 El vuelo levantó el LDSD a unos 36.000 metros de altura, donde el globo de helio se desprendió del platillo justo cuando un cohete adherido a la nave se prendía, lo que impulsó el gigantesco disco hasta los 54.000 metros de altura al cuádruple de la velocidad del sonido.
Eso permitió probar la reacción del vehículo a la atmósfera propia de Marte, que es similar a la de los 54.000 metros de altura.
Una vez completado el ascenso, el disco desplegó una especie de paracaídas para ralentizar su descenso a la Tierra, y tres horas más tarde cayó en el Océano Pacífico.
La NASA planea hacer próximamente más vuelos para seguir probando la resistencia del aparato, pero ha calificado la misión de este domingo como un éxito.
"Queremos probar esta tecnología aquí, porque es más barato, para estar seguros de que va a funcionar antes de enviarla a Marte", señaló a principios de este mes el responsable del proyecto, Mark Adler.

jueves, 5 de junio de 2014

Las rocas del Apollo aclaran la composición y origen de la Luna

No está claro cómo acabó la Luna ahí, en órbita de la Tierra.
Pudo ser una captura, es decir, un cuerpo que pasó cerca de nuestro planeta y la atracción gravitatoria lo convirtió en satélite; tal vez se formaron a la vez en el Sistema Solar primitivo, o quizás es el resultado de una colisión entre la proto-Tierra y otro gigantesco objeto cuyos restos, tras el choque, se agregaron formando la Luna.
La última teoría es la más aceptada, explican unos científicos alemanes que han dado precisamente con una prueba que la sostiene.
Se trata de los resultados de nuevos análisis que han realizado con rocas que trajeron los astronautas del programa Apollo en las que, concluyen Daniel Herwartz y sus colegas, se distingue la firma química distintiva de algo diferente de la Tierra, que debió ser ese gran objeto coprotagonista del impacto.
Aunque no se había encontrado rastro de él, los científicos incluso lo habían bautizado: Theia. “Las diferencias son pequeñas y difíciles de detectar, pero están ahí.
Esto significa dos cosas: primero que ahora podemos decir con razonable seguridad que la gigantesca colisión tuvo lugar, y segundo, nos da una idea de la geoquímica de Theia”, explica Herwartz.
El objeto astronómico que habría chocado con la Tierra en formación sería gigantesco, de escala planetaria, a lo mejor tan grande como Marte, y si la Luna se formó al aglutinarse restos de la colisión de hace unos 4.500 millones de años, tendría que ser patente aún la mezcla en su composición, con una proporción de material heredado de Theia que los cálculos de los científicos establecen en torno a un 70%. Los investigadores han buscado esa huella midiendo las proporciones de isótopos de oxígeno, titanio, silicio y otros elementos, porque se sabe que varían en los diferentes cuerpos del Sistema Solar y la mayoría de ellos tiene su composición específica.
Sin embargo, no hubo éxito hasta ahora con los análisis, señala la revista Science, de manera que nuestro planeta y su satélite natural parecían prácticamente idénticos a efectos de composición química, lo que no encajaba con los modelos de aquella gigantesca colisión. más información
La Luna tuvo agua hace más de 3.000 millones de años Todo sobre el programa Apollo Primer mapa de alta resolución del campo gravitatorio de la Luna
 Herwartz (Universidad de Göttingen, Alemania) y sus colegas explican en su artículo en Science que empezaron por analizar meteoritos de origen lunar, fragmentos del satélite que llegan a la Tierra, para buscar una huella distintiva en su composición, una pista de Theia.
Pero estaban los materiales de los meteoritos están muy alterados ya que con el agua se intercambian isótopos.
Entonces pidieron a la NASA muestras de rocas que recogieron en la Luna los astronautas del programa Apollo, en concreto de las misiones 11, 12 y 16, y han aplicado métodos avanzados de análisis ultraprecisos.
Así han descubierto en la composición de esas rocas basálticas lunares una proporción específica de determinados isótopos de oxígeno más alta que en las muestras terrestres, lo que “sustenta la hipótesis de la formación de la Luna como consecuencia del gigantesco impacto”, escriben los investigadores.
En la teoría del gran impacto como origen de la Luna se han barajado varias hipótesis para acomodar la hasta ahora uniformidad química entre los dos cuerpos celestes, recuerdan los investigadores.
Tal vez los dos grandes objetos que chocaron se habían formado en la misma zona del Sistema Solar y, por tanto, con igual composición química; o se produjo un reequilibrio isotópico tras la colisión que anularía cualquier diferencia entre ellos previa al choque, a lo mejor la diferencia de la Tierra y la Luna resultantes de la colisión no sería tan grande como los modelos indican.
Pero la mayoría de estas simulaciones en ordenador sugieren una composición notable entre una y otra tras el choque. 
Así, la luna estaría compuesta entre un 70%y un 90% por materia de Thiea, con el 10% a 30% restante de material terrestre, aunque hay grandes variaciones en las proyecciones. 
Los nuevos datos sugieren una mezcla al 50%, pero esto aún tiene que ser confirmado.
Si los resultados que se presentan ahora son correctos, “podemos predecir la composición geoquímica e isotópica de la Luna”, señala Herwartz, pero añade que el siguiente paso a dar en la investigación es determinar cuánto material de Theia hay en ella ahora.

lunes, 26 de mayo de 2014

Una galaxia enana fallida recorre la Vía Láctea envuelta en materia oscura

Los astrónomos creen que sin esa capa protectora, esta nube de alta velocidad (HVC) conocida como la Nube de Smith se habría desintegrado
Como una bala envuelta en una coraza metálica, una nube de hidrógeno que ha irrumpido en la Vía Láctea parece estar encerrada en una cáscara de materia oscura , según un nuevo análisis de datos realizado con el telescopio estadounidense GBT (Green Bank Telescope).
Los astrónomos creen que sin esa capa protectora, esta nube de alta velocidad (HVC) conocida como la Nube de Smith se habría desintegrado hace mucho tiempo cuando por primera vez chocó con el disco de nuestra galaxia.


Si es confirmado por otras observaciones, un halo de materia oscura podría significar que la Nube de Smith es en realidad una galaxia enana fracasada, un objeto que tiene todo el material adecuado para formar una verdadera galaxia, pero que simplemente no basta para producir estrellas. "La nube Smith es realmente única en su clase.
Es rápida, bastante extenso, y queda lo suficientemente cerca como para estudiarla en detalle", dijo Matthew Nichols, del Observatorio Sauverny en Suiza y autor principal de un artículo aceptado para su publicación en la revista Monthly Notices de la Royal Astronomical Society.
"También es un poco un misterioso, ya que un objeto como este simplemente no debería sobrevivir a un viaje a través de la Vía Láctea, pero toda la evidencia apunta al hecho de que lo hizo" Estudios anteriores de la Nube de Smith revelan que pasó primero a través de nuestra galaxia hace muchos millones de años.
Tras un exmaen y modelado de la nube, los astrónomos creen ahora que la Nube de Smith contiene y está en realidad envuelta en un "halo " sustancial de materia oscura: la materia aún invisible pero gravitacionalmente significativa que constituye aproximadamente el 80 por ciento de toda la materia en el Universo .
"Con base en la órbita prevista actualmente, se muestra que sería poco probable que una nube libre de materia oscura sobreviva a este cruce de disco ", observó Jay Lockman , un astrónomo del Observatorio Nacional de Radioastronomía en Green Bank , West Virginia, y uno de los coautores del estudio.
"Mientras, una nube de materia oscura sobrevive fácilmente el paso y produce un objeto que se parece a la Nube de Smith en la actualidad". La Vía Láctea está rodeada por centenares de nubes de alta velocidad, que se componen principalmente de gas hidrógeno demasiado enrarecido para formar estrellas en cualquier cantidad detectable.

La única manera de observar estos objetos , por lo tanto , es con radiotelescopios exquisitamente sensibles como el GBT , capaces de detectar las emisiones débiles de hidrógeno neutro . Si fuera visible a simple vista , la Nube de Smith cubriría casi tanto cielo como la constelación de Orión .
La mayoría de las nubes de alta velocidad comparten un origen común con la Vía Láctea, ya sea como bloques de construcción sobrantes de la formación de galaxias o cúmulos de materiales lanzados por las supernovas en el disco de la galaxia. Algunos, sin embargo, son intrusos que vienen desde más lejos con su propio pedigrí.
Un halo de materia oscura que fortalecería la Nube de Smith es una de esas raras excepciones. Actualmente, la nube Smith está a cerca de 8.000 años luz de distancia del disco de nuestra galaxia. Se está moviendo hacia la Vía Láctea a más de 150 kilómetros por segundo y se prevé que impactará de nuevo en aproximadamente 30 millones de años. "Si se confirma que tiene materia oscura esto sería , en efecto, una galaxia fracasado", dijo Nichols.
"Tal descubrimiento podría comenzar a mostrar el límite inferior de lo pequeña que podría ser una galaxia". Los investigadores creen que esto también podría mejorar nuestra comprensión de la formación más antigua estrella de la Vía Láctea.

sábado, 10 de mayo de 2014

El misterio de los agujeros negros


Los agujeros negros estaban, sin que apenas nadie lo percibiera en aquel entonces, en el centro la Teoría de la Relatividad General de Einstein. Nadie excepto el excelso matemático y astrofísico que dirigía a principios del Siglo XX el Observatorio de Postdam, Karl Schwarzschild, quien se daría cuenta pronto de su existencia y su importancia en la gravitación universal.

Pero la Primera Guerra Mundial complicó mucho su trabajo científico. Cuando Einstein publicó los artículos en los que enunciaba las ecuaciones del campo gravitatorio de su teoría, Schwarzschild se encontraba destinado en los campos de batalla de Rusia, encargado de calcular la trayectoria de los proyectiles de artillería. Él mismo se había presentado voluntario al ejército del Imperio alemán. Pero el trabajo debía quedársele pequeño porque, tras leer el trabajo de Einstein, se puso inmediatamente a aplicar las nuevas ecuaciones a los objetos del Cosmos.

Y las conclusiones no tardaron en llegar. En enero de 1916 -sólo tres meses después de la publicación de la Teoría de la Relatividad General-, Schwarzschild envió por correo sus resultados a Einstein. «Estoy seguro de que permitirán a su teoría brillar con mayor pureza», escribió desde el frente ruso el astrofísico alemán. El propio genio de la Física se rindió ante los cálculos de Schwarzschild. «Jamás habría esperado que la solución exacta al problema pudiera formularse de una manera tan simple», respondió, según cita el escritor Walter Isaacson en la biografía titulada Einstein, su vida y su universo (Debate).
Dyson: «Los agujeros negros no son raros y no constituyen un adorno accidental de nuestro universo. Son los únicos lugares del Universo donde la Teoría de la Relatividad de Einstein se muestra en toda su potencia y esplendor»

Pero no en todo estaba de acuerdo con los cálculos de Schwarzschild. Éste se había centrado en la curvatura del espacio-tiempo, tanto fuera como en el interior de una estrella esférica. No obstante, en sus conclusiones había algo con lo que Einstein jamás comulgaría. Si toda la masa de la estrella se comprimiese en un espacio lo suficientemente pequeño, el espacio-tiempo se curvaría de forma infinita sobre sí mismo. Lo que ocurriría en ese caso es que dentro de ese pequeño espacio -definido por lo que ha pasado a la historia de la Ciencia como radio de Schwarzschild- nada podría escapar de la fuerza gravitatoria de ese cuerpo, ni siquiera la luz. Pero, además, el tiempo también se vería afectado, dilatándose hasta cero. Dicho de otro modo, si una persona se situase cerca de ese objeto ultradenso quedaría, a ojos de un observador externo, congelado en el tiempo.

La Tierra en una canica

Eso ocurriría, según sus cálculos, si toda la masa de nuestro Sol se comprimiera en un radio de algo menos de tres kilómetros o a la Tierra si pudiésemos concentrar su masa en una canica de dos centímetros. Para Einstein esto era, sencillamente, imposible. Pero ni uno ni otro tendrían tiempo para comprobar que de lo que estaban hablando era de los agujeros negros. Schwarzschild murió en el frente a consecuencia de una enfermedad autoinmune que atacó a las células de su piel pocas semanas después de escribir a Einstein. Y éste también moriría antes de que otros gigantes científicos como Stephen Hawking, Roger Penrose, John Wheeler o Freeman Dyson demostrasen en la década de los 60 que la extraña teoría de Schwarzschild era algo más que real.

Al contrario de lo que ocurre con otras disciplinas científicas, los físicos suelen ser muy buenos vendedores de sus teorías y sus nombres son en ocasiones auténticos productos de marketing diseñados para triunfar. Según cuenta el profesor de Física de la Universidad de Columbia Brian Greene en su obra La realidad oculta (Crítica), el hecho de que el abismo gravitatorio creado por los agujeros negros atrape incluso a la luz implica que estas regiones del Universo estén fundidas en negro, por lo que, poco después de que se publicasen los resultados de Schwarzschild, fueron denominadas como «estrellas oscuras». También el efecto que tienen sobre el tiempo llevó a que se propusiese el nombre de «estrellas congeladas». Pero eso fue hasta que, medio siglo después, John Wheeler -físico teórico de la Universidad de Princeton y uno de los pioneros de la fisión nuclear dentro del Proyecto Manhattan que permitió el desarrollo de la bomba atómica- comenzó a estudiar estos objetos cósmicos ultradensos. «Wheeler, casi tan adepto al marketing como a la física», popularizó estas estrellas con el nombre que las ha hecho célebres: «agujeros negros», relata Greene.

En la actualidad, se han descubierto decenas de agujeros negros en todo el Universo y no pasa una sola semana sin que la comunidad científica publique un nuevo avance en el estudio de estos densos objetos cósmicos. Como explicó el brillante físico británico -nacionalizado después estadounidense- Freeman Dyson, los agujeros negros «no son raros y no constituyen un adorno accidental de nuestro universo. Son los únicos lugares del Universo donde la Teoría de la Relatividad de Einstein se muestra en toda su potencia y esplendor».

Sin embargo, a pesar de los casi 100 años que han pasado desde su descubrimiento y de los esfuerzos de algunas de las mentes científicas más brillantes del siglo XX aún hay muchas incógnitas en torno a los agujeros negros.

La última gran esperanza para avanzar en el conocimiento de estos misteriosos objetos se acaba de desvanecer recientemente. A pesar de lo terrorífico que pueda sonar para el gran público el concepto de un gran sumidero cósmico capaz de engullir cualquier objeto del Universo y del que nada puede escapar, hay agujeros negros en todas las galaxias.
Un sumidero cósmico cercano

Se han detectado agujeros negros en algunas cercanas, como en la Nube de Magallanes, a más de 130.000 años luz de distancia de la Tierra. Pero también en la Vía Láctea. De hecho, un enorme agujero negro de cuatro millones de veces la masa del Sol, llamado Sagittarius A*, domina el centro de nuestra galaxia.

Cuando engullen la materia de cualquier objeto cósmico, la gran atracción que generan acelera esta materia hasta una velocidad cercana a la de la luz. Y cuando eso sucede... ¡Fuegos artificiales! Se emiten rayos X

«En la Vía Láctea hay unos 100.000 millones de estrellas y todas ellas giran en torno a este fantástico agujero negro», dice Jorge Casares, investigador del Instituto Astrofísico de Canarias y de la Universidad de la Laguna. «Para tener ligadas gravitacionalmente a tantas estrellas hay que tener un agujero negro como Sagittarius A* o mayor», asegura.

A principios de año, dos de los grupos más punteros en el estudio y seguimiento de este agujero negro -el que dirige Andrea Ghez en la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), y el de Stefan Gillessen en el Instituto Max Planck para Física Extraterrestre de Alemania- anunciaban que, por primera vez, los astrónomos tendrían la posibilidad de asistir a uno de los banquetes cósmicos de Sagittarius A*. Las observaciones indicaban que en los meses de marzo o abril de 2014 una nube de gas pasaría por el punto más cercano al agujero negro y sería devorada en apenas unos días.

La comunidad astrofísica esperaba el acontecimiento con impaciencia, pero finalmente no ha sido así. Las previsiones han fallado. La semana pasada, la propia Andrea Ghez publicaba una comunicación en un sistema de intercambio de información científica llamado The Astronomer's Telegram donde aseguraba que, después de alcanzar el punto más cercano a Sagittarius A*, la nube de gas -denominada G2- «está todavía intacta». Incluso en ese punto de máximo acercamiento, la distancia entre la nube de gas y el agujero negro sería todavía de 200 veces la distancia que hay de la Tierra al Sol.

«Se esperaba que se deshiciera en el punto más cercano y no ha sucedido», explica Marc Ribó, investigador experto en agujeros negros de la Universidad de Barcelona. «Se sigue observando como si fuera una fuente puntual, lo que permite pensar que G2 podría ser una nube de gas, pero que está alrededor de una estrella», opina.

Las previsiones científicas indicaban que la enorme fuerza gravitacional del agujero negro del centro de nuestra galaxia debería atraer a la nube de gas a velocidades de varios miles de kilómetros por segundo. Sólo para dar una idea de la magnitud, a esa velocidad se podría volar de desde Estados Unidos a España en menos de un segundo. Sin embargo, la fuerza gravitacional de esa posible estrella del interior de la nube de gas podría haber impedido que G2 fuera engullida por el agujero negro.
Representación artística del disco y de los chorros eyectados en el...

Representación artística del disco y de los chorros eyectados en el agujero negro de Cygnus X-1.  
NASA
«Todavía hay gas que está siendo arrancado de este objeto, de la nube G2», asegura a EL MUNDO Andrea Ghez. «Y este material aún podría chocar eventualmente con Sagittarius A*, incluso aunque hubiese una estrella en el centro que evite que el objeto entero sea atraído en forma de espiral y devorado por el agujero negro. Así que sólo es cuestión del grado y la magnitud del evento que podamos observar», dice.

Sea como fuese, se ha desvanecido una oportunidad única para estudiar la acreción de una gran cantidad de materia en uno de los agujeros negros que predecía la Teoría de la Relatividad de Einstein y que demostró en 1916 Karl Schwarzschild desde los campos de batalla rusos.

Resulta paradójico pensar que, a pesar de la urgente actualidad que tiene el estudio del centro de la galaxia para los astrofísicos, Sagittarius A* se encuentra a 26.000 años luz de distancia de la Tierra, por lo que los acontecimientos que se estudian hoy ocurrieron en realidad hace 26.000 años.

Para los astrofísicos, la oportunidad perdida tampoco es el fin del mundo. «Puede ser que volvamos a tener alguna otra oportunidad a lo largo de nuestra vida», afirma Ribó. «Si hubiera pasado hace 15 años, no lo hubiéramos visto, porque los instrumentos de observación de entonces no lo permitían», dice. Y tiene mucha razón. El avance de las tecnologías de observación espacial de los últimos años han sido determinantes. Pero no sólo la construcción de potentes telescopios con espejos de varios metros de diámetro en el desierto de Atacama de Chile o en Hawai. También están siendo fundamentales otras tecnologías para profundizar en el estudio de los misteriosos agujeros negros.
Fuegos artificiales

jueves, 8 de mayo de 2014

Un Universo virtual que se parece mucho a la realidad

Un modelo informático representa la evolución a lo largo de 13.000 millones de años de una porción representativa del cosmos 
  En una simulación que empieza muy poco después del Big Bang y que se extiende hasta la actualidad, astrónomos y expertos informáticos han conseguido la mayor aproximación hasta la fecha a la realidad observable del Universo.
Han simulado lo que pasó a lo largo de 13.000 millones de años en un cubo de 346 millones de años luz de lado (la estrella más cercana al Sol está a 4,2 años luz) y han conseguido que surja en sus pantallas la mezcla de galaxias elípticas y espirales que se observa en la realidad, así como detalles a mucha menor escala, la del gas y las estrellas, que con simulaciones anteriores no se apreciaban o no eran correctos.
En el Universo —un laboratorio único—, hay que recordar que mirar más lejos en el espacio es también mirar más atrás en el tiempo.



 La simulación informática es, al mismo tiempo, una confirmación del modelo aceptado del Universo, que con solo seis parámetros es capaz de explicar casi todos los datos obtenidos mediante la observación, desde los primeros minutos de su existencia a la actualidad, como recuerda el astrónomo Michael Boylan-Kolchin en Nature, la misma revista en la que se publican los resultados.
A pesar de que la materia visible solo forma el 5% del Universo, y que sobre el resto (la energía oscura y la materia oscura) se desconoce casi todo, modelar esta pequeña parte ha resultado muy difícil por el amplísimo rango de distintas escalas implicadas.
 El esfuerzo actual se basa en una mayor potencia informática y en incorporar al modelo los datos obtenidos en los últimos años mediante observaciones, que incluyen el comportamiento de las enigmáticas energía oscura y materia oscura, como explica Mark Vogelsberger, del MIT, que ha dirigido el estudio.
En el principio, en esta simulación, es la materia oscura, y de ella surge la materia ordinaria o visible. “Una de las razones por las cuales hicimos la simulación es que hemos aprendido mucho sobre la física del Universo en los últimos años y creemos que comprendemos bien su composición”, ha declarado a Space.com.
Entre los datos suministrados a los ordenadores están los relativos al enfriamiento del gas primordial, la evolución de las estrellas, la contribución energética de las explosiones de supernova, la producción de elementos químicos y los fenómenos periféricos a los agujeros negros supermasivos.
Muchos de estos procesos no se comprenden completamente e interactúan de forma compleja y no lineal, recuerda Boyla-Kolchin, quien también señala que el modelo tiene defectos, como su incapacidad de simular la formación de los agujeros negros en el Universo primitivo y la evolución de las galaxias menos brillantes alrededor de la Vía Láctea.
Para elaborar el modelo Illustris se han utilizado más de 8.000 ordenadores, con una capacidad de proceso, cada uno, similar a un PC, y el proceso de los datos numéricos llevó tres meses.
Con un solo PC se hubiera tardado 2.000 años, explican los investigadores, que proceden de Estados Unidos, Alemania y Reino Unido.

jueves, 17 de abril de 2014

Nuevo planeta extrasolar de tamaño parecido a la Tierra

El planeta Kepler-186f es ligeramente mayor que la Tierra y está en lo que se denomina zona de habitabilidad, es decir, a una distancia del astro a la que el agua ni se evaporaría ni se congelaría. Los científicos señalan que, teóricamente, allí podría haber agua en estado líquido en la superficie.
 Está a unos 500 años luz de distancia de la Tierra y es el más exterior de los cinco planetas que giran en torno a una estrella enana, más fría que es Sol. “Hay gente que llama habitables a estos planetas y, por supuesto, no tenemos ni idea de si lo son. Solo sabemos que están en una zona habitable y que es el mejor lugar para buscar planetas que realmente lo sean”, advierte el astrónomo Stephen Kane, de la Universidad del Estado del San Francisco. Él forma parte del equipo, liderado por Elisa Quintana (astrónoma de la NASA), que ha descubierto el Kepler-186f con los datos obtenidos por el telescopio Kepler. Los investigadores han logrado determinar el tamaño de Kepler-186f (1,1 radio terrestre), pero aún no conocen su masa, por lo que no pueden calcular su densidad. “Una vez que conoces la densidad media de un planeta, puedes decir si es rocoso o no”, añade Kane. El descubrimiento se publica en la revista Science.
Kepler-186f está cerca del límite exterior de lo que sería la zona de habitabilidad alrededor de la estrella Kepler-186 (en la constelación del Cisne), por lo que el agua en su superficie correría el riesgo de congelarse, pero como es algo mayor que la Tierra, a lo mejor tiene una atmósfera protectora algo más densa que la de nuestro planeta y térmicamente más aislante.
La estrella en torno a la que gira es diferente del Sol: más pequeña, más fría, consume su combustible más lentamente y su luz es demasiado débil para ser observable a simple vista desde la Tierra. Las estrellas de este tipo, explica Kane en un comunicado de su Universidad, son abundantes en la galaxia y, en principio, serían prometedoras desde el punto de vista de buscar vida a su alrededor, porque duran mucho más que las grandes, “lo que alargaría considerablemente el plazo de tiempo en el que podrían surgir la evolución biológica y las reacciones bioquímicas en la superficie”, añade el investigador. Pero, por otra parte, estos astros tienen a ser más activos que el nuestro, con más destellos y, potencialmente, emitirían más radiación hacia los planetas. Kepler-186 f da una vuelta completa en torno a la estrella en 13o días terrestres y recebe de su estrella un tercio de la energía que la Tierra recibe del Sol.
“Una de las incógnitas más interesantes de la ciencia es si la vida puede surgir en otro planeta o, lo contrario: si es algo único del nuestro. El descubrimiento de planetas con propiedades similares a las de la Tierral es un eslabón importante en la cadena que hace falta para dar respuesta a esta pregunta”, afirma Fred Adams (Universidad de Michigan), científico del equipo.

En su caza de planetas similares al nuestro, los astrónomos habían descubierto ya algunos que, por algunas características, se ajustarían al patrón, resume Yudhijit Bhattacharjje en Science. Kepler 20e es algo más pequeño que la Tierra y gira en torno a una estrella similar al Sol, pero fuera de la zona de habitabilidad (estaría demasiado cerca del astro y, por tanto, sería demasiado caliente); Kepler-22b está en órbita de una estrella como la nuestra y en zona habitable, pero es más grande que la Tierra (2,4 veces su radio); y ahora Kepler-186 f, cuyo tamaño encaja y está en zona habitable, pero la estrella no es como el Sol. En las últimas dos décadas, desde que se descubrió el primero, los astrónomos han encontrado unos 1800 planetas extrasolares en otros sistemas planetarios. Solo 20 de ellos orbitan alrededor de sus estrellas en zona habitable, recuerda la Universidad de Michigan. Pero todos ellos eran, hasta ahora, mucho más grandes que la Tierra.
Los otros cuatro cuerpos compañeros de Kepler-186 f en torno a la estrella enana tienen un tamaño inferior a la mitad del terrestre y sus órbitas duran tres, siete, 14 y 22 días respectivamente. Son demasiado calientes e inhóspitos para una forma de vida como la que conocemos, explican los investigadores del Centro Ames de la NASA y el Instituto SETI, en los que trabaja Quintana.
El planeta Kepler-186f ha sido descubierto con el método de tránsito, es decir, midiendo la ligerísima atenuación del brillo de una estrella cuando un cuerpo en órbita a su alrededor se cruza en la línea de visión de la Tierra. Tras ser detectado con el telescopio espacial Kepler, de la NASA, los científicos recurrieron a grandes telescopios (el Keck II y el Gemini) en Hawai para confirmar el hallazgo y desvelar algunas de sus características.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Descubierta una estrella hipergigante

Con un diámetro de 1.300 veces el del Sol, tiene un astro compañero tan cercano que ambos se tocan y parecen un colosal cacahuete en el cielo
La estrella HR5171A está a unos 12.000 años luz de la Tierra, en la constelación del Centauro, y es una gigante amarilla, tan enorme que, con un diámetro de 1.300 veces el Solar, resulta la mayor que se conoce de este tipo.

Es aproximadamente un millón de veces más brillante que nuestra estrella. Lo ha descubierto un equipo internacional con el conjunto de telescopios VLT (del Observatorio Europeo Austral, ESO) en Chile y con una técnica avanzada de observación, pero combinando sus resultados con datos de otros telescopios y de trabajos de astrónomos aficionados que los científicos profesionales califican de “excelentes”. Es una de las diez estrellas más grandes, con un tamaño un 50% superior a la famosa supergigante Betelgeuse.
Las hipergigantes amarillas son poco corrientes, solo se conoce una docena de ellas en la Vía Láctea, y están en una fase de su evolución en la que son inestables y cambian rápidamente, expulsando y formando una nebulosa extensa a su alrededor, explican los expertos del ESO. En concreto HR5171A, está haciéndose más grande en los últimos 40 años, enfriándose al crecer.
Ilustración de la estrella HR5171A y su compañera que forman un sistema estelar doble en el que los dos astros se tocan. / ESO

HR5171A forma un sistema binario con una compañera de masa inferior y algo más caliente, con una temperatura de la primera en su superficie que ronda los 5.000 grados centígrados; la menor da una vuelta completa alrededor de la mayor cada 1.304 días terrestres, con un margen de error de seis días más o menos. Esta formación de sistema binario ha sido una sorpresa para los astrónomos al realizar las últimas observaciones. “Las dos estrellas están tan juntas que se tocan y el sistema en su conjunto parece un cacahuete gigante”, dice Olivier Chesneau (de la Universidad de Niza Sophia-Antipolis y del CNRS francés), líder de la investigación. Los resultados de este trabajo se van a publicar en la revista Astronomy and Astrophysics, pero el artículo se adelanta en internet (Arxiv), como es habitual en física.
 “La compañera que hemos encontrado es muy importante porque puede influir en el destino de la HR5171A, por ejemplo arrancando sus capas exteriores y modificando así su evolución”, añade Chesneau en un comunicado del ESO.
Este equipo internacional ha recurrido al conjunto de grandes telescopios VLT que el ESO tiene en el cerro Paranal (Chile), con cuatro observatorios de 8,2 metros de diámetro cada uno y otros tantos auxiliares de 1,8 metros precisamente para utilizarlos en combinado mediante la técnica denominada interferometría.
 Es un modo de observación habitual hace tiempo en radioastronomía, pero muy difícil en el caso de equipos de infrarrojo, como se ha hecho en este caso de HR5171A.
Al combinar la luz de la estrella captada por varios telescopios, el conjunto actúa, a efectos de resolución, como si se tratara de un único observatorio de espejo principal de 140 metros de diámetro.

La hipergigante amarilla fue observada hace dos años por el equipo internacional que lidera Chesneau durante una noche y media con el sistema de interferometría del VLT.
 Pero estos científicos también han recurrido a estudios de HR5171A realizados con otros telescopios y a datos de los archivos astronómicos.
En total han abarcado 60 años de observaciones, dicen los científicos, lo que permite asomarse a los procesos evolutivos de la estrella. En cuando a los astrónomos aficionados, la concordancia de sus resultados con los de los profesionales es excelente y demuestra su calidad, señala el ESO, que cita los datos de Sebastián Otero, entre 2000 y 2013.

miércoles, 5 de marzo de 2014

El ‘Hubble’ fotografía una supernova que sorprende por su brillo

La explosión de una estrella que descubrieron, por pura casualidad, unos estudiantes británicos hace poco más de un mes se ha convertido en punto de interés de astrónomos en todo el mundo, que incluso han apuntado el telescopio espacial Hubble para verla.
Es la supernova más brillante que se ha detectado desde hace 27 años y todavía es visible en el cielo con telescopios modestos de aficionado. Además, es de un tipo especial (Ia) que utilizan los cosmólogos para medir grandes distancias en el universo. Pero el cielo suele dar sorpresas a los científicos y, en este caso, no solo a los jóvenes de la Universidad de Londres que fueron los primeros en verla. Un grupo de especialistas de la Universidad de Berkeley (EE UU) está estudiando la supernova, que estalló el pasado 21 de enero y que se denomina oficialmente SN 2014J, y ha visto que es extraña porque incrementó su brillo más rápido de lo esperado. “Puede que nos esté enseñando algo de las supernovas de tipo Ia que los teóricos necesiten comprender; tal vez lo que pensábamos que era un comportamiento normal de una de estas supernovas sea lo anormal”, señala Alex Filippenko, líder del equipo.


Una enana blanca tiene tanta masa como el Sol y el tamaño de la Tierra
Una supernova es una colosal explosión que sufre una estrella cuando se desestabiliza.
La descripción estándar de estos fenómenos habla de astros inmensos, mucho más masivos que el Sol, que, cuando las reacciones nucleares de su interior han consumido todo su hidrógeno y se han quedado sin combustible colapsan desencadenando todo el proceso de explosión en forma de supernova.
Pero las de tipo Ia son distintas: son estrellas enanas blancas, viejas y muy densas, tanto que en ellas una masa como la del Sol está comprimida en un tamaño equivalente al de la Tierra; si roban materia a un astro compañero o si se fusionan dos de ellas, pueden superar un cierto umbral de masa a partir del cual dejan de ser estables y se desencadena la colosal explosión.
Es lo que vieron un puñado de alumnos de la Universidad de Londres en la noche del 21 de enero pasado, durante unas prácticas, en las imágenes que lograron captar de la galaxia M82, entre las nubes de aquella noche poco adecuada para la astronomía observacional.
A Steve Fossey, el profesor, le sorprendió el punto brillante que aparecía en la galaxia bien conocida, hizo unas comprobaciones y resultó que se trataba de una supernova.
Una vez que se confirmó oficialmente, astrónomos de todo el mundo apuntaron sus telescopios hacia M82, situada a unos 11,5 millones de años luz de la Tierra.
También revisaron sus archivos de los días precedentes, y resultó que la SN 2014J estaba en fotografías tomadas antes. En concreto, el telescopio automático Katzman, en el observatorio Lick (California), la había captado el 14 de enero, solo unas 37 horas después de que fuera visible desde la Tierra. Incluso un astrónomo aficionado japonés la habría captado unas horas antes.
Unos días después, el 31 de enero la fotografió el Hubble, cuando estaba cerca de su máximo de brillo.
El equipo de Filippenko explica que la SN 2014J muestra el mismo brillo rápido que otra supernova, la SN 2013dy, que descubrió el telescopio Katzman el año pasado. “Dos de las tres supernovas de tipo Ia más recientes y mejor observadas son extrañas, lo que nos da nuevas pistas sobre cómo explotan las estrellas”, comenta el astrónomo de Berkeley, haciendo referencia a un tercer objeto de este tipo, la SN 2011fe, de hace tres años, y cuyo comportamiento se ajustó mejor a los modelos teóricos y a observaciones precedentes. Estos investigadores presentan sus conclusiones sobre la supernova del 21 de enero en The Astrophysical Journal Letters.

Los científicos usan los estallidos de tipo Ia para medir distancias en el cielo

El valor de las Ia como buen mojón de medida de distancias en el universo se debe a que estas supernovas generan el mismo brillo más o menos, lo que permite estimar la distancia a la que está la galaxia en la que se producen estas explosiones (igual que se puede calcular la distancia de una bombilla encendida si se conoce su potencia).
Y fue precisamente con dos investigaciones independientes que utilizaron, en los años noventa, estas supernovas para medir distancias en el cosmos y la velocidad de recesión de las respectivas galaxias como se descubrió la inesperada aceleración de la expansión del universo.

Los principales responsables de los dos equipos (Adam Riess, Brian Schmidt y Saul Perlmutter) recibieron el Premio Nobel de Física en 2011, con la aceleración (supuestamente debida al efecto de la denominada energía oscura) convertida ya en el tema más candente y misterioso de la cosmología actual.
El comportamiento anómalo de la última supernova “no contradice los resultados de la aceleración de la expansión”, dice Filippenko, “al refinar la comprensión de las explosiones de tipo Ia se pueden mejorar las medidas de distancias y hacer cálculos más precisos de la tasa de expansión, acotando mejor la naturaleza de la energía oscura”.
Otros científicos de Berkeley y de la Universidad Nacional Australiana han investigado el umbral de masa definido a partir del cual la estrella enana blanca explota en una supernova Ia, umbral por el que su brillo sería tan uniforme.
Richard Scalzo y sus colegas afirman ahora que estas estrellas explotan a partir de un rango de masas un poco más amplio que ese umbral.
Su investigación, que se publicará en la revista Monthly Notices of the Royal Society británica, ayudará a perfilar los modelos teóricos existentes sobre estas supernovas.

sábado, 22 de febrero de 2014

La estrella más antigua del Universo

Big Bang, hace unos 13.800 millones de años. El Universo era un recién nacido extremadamente caliente y denso que comenzaba a expandirse después de la gran explosión que formó los primeros átomos. Pero a diferencia del Cosmos que conocemos hoy, los únicos elementos que había eran los más ligeros, el hidrógeno y el helio, los dos primeros de la tabla periódica de la Química. Pero eran suficientes para formar las primeras estrellas, aún gaseosas. Marea pensar que algún astro primigenio haya podido navegar en la inmensidad del tiempo astronómico para llegar a nuestros días tal y como se formaron instantes después del Big Bang. Pero así es. Un grupo de arqueólogos de estrellas, ha excavado los confines del Cosmos hasta encontrar un astro de hace más de 13.000 millones de años: la estrella más antigua del Universo.


Todo parecía haberse esfumado bajo las llamas a principios de 2003. Aquel verano austral, un incendio forestal iniciado cerca de Canberra arrasó cinco telescopios del Observatorio del Monte Stromlo y con ellos el programa estrella que permitía a Australia soñar con convertirse en líder de la Astronomía mundial. Las pérdidas se cuantificaron en más de 20 millones de euros. Pero el daño científico trascendía lo económico. Sin embargo, tras la desolación de aquel aciago año, resurgieron nuevos programas y nuevos instrumentos. De hecho, el Sky Mapper, el telescopio que sustituyó al histórico y carbonizado Telescopio Gran Melbourne, ha sido la herramienta utilizada por los arqueólogos de estrellas -los astrofísicos dedicados a la búsqueda de astros primigenios- para localizar la estrella más antigua encontrada hasta la fecha.

El hallazgo ha supuesto un éxito rotundo, pero el reto intelectual que tienen ante sí estos excavadores de galaxias tiene unas implicaciones científicas mayúsculas. Tanto Stefan Keller, investigador del Observatorio del Monte Stromlo y autor principal de la investigación publicada en Nature, como sus colegas esperan poder estudiar a partir de esta estrella cómo era el Universo en los primeros instantes tras el Big Bang y cómo han evolucionado las estrellas y la materia hasta el Cosmos moderno.

Cuando una estrella estalla se comporta como una suerte de reactor nuclear capaz de fusionar átomos ligeros y formar elementos más pesados, como los metales que ocupan las filas -periodos- bajas de la tabla periódica. Estos nuevos átomos expulsados al medio estelar, al Universo, enriquecen poco a poco las estrellas ya formadas en sucesivas rondas de explosión estelar y formación de nuevos elementos. Así se creó en el Cosmos la materia que forma cada objeto, cada charco de agua y que da vida a cada organismo sobre la Tierra. Sin que la mayoría de los seres humanos reparen en ello, somos polvo de estrellas. Tomando palabras del astrónomo y brillante divulgador Carl Sagan, somos «la ceniza de la alquimia estelar que ha cobrado vida».
Al margen del aspecto cosmológico, precisamente es la concentración de metales, en concreto la de hierro, lo que permite a los astrónomos rastrear las galaxias en busca de estrellas antiguas. De una forma muy simple, cuanto más hierro tiene una estrella más joven es y cuanto menor contenido tiene, más antigua. «La nueva estrella tiene un máximo de hierro que es 10 millones de veces menor que lo que contiene el Sol, eso quiere decir que puede que no tenga nada o casi nada de hierro», explica Frebel. «No sabemos cuáles son los límites de la arqueología estelar, pero ¡ese es el motivo por el que seguimos buscando más estrellas con tan poco hierro!».

Una pregunta se abre de forma inmediata: ¿Es posible encontrar una estrella sin hierro, formada sólo de hidrógeno y helio, como en los primeros instantes tras el Big Bang? «No sabemos contestar a esa pregunta aún. La teoría y las simulaciones nos dicen que las estrellas realmente primigenias tenían que ser muy masivas, así que tendrían una vida corta. Si de forma accidental se formó alguna estrella en aquel momento con poca masa (menos que la del Sol) entonces todavía debería andar por ahí afuera. Las estrellas con masas de 0,6 o 0,8 la del Sol tienen vidas de 15 o 20 millones de años. Si algún día encontramos una estrella sin siquiera trazas de hierro, sabremos que ese tipo de estrellas existieron», dice Frebel. Pero no es un trabajo sencillo. Según calcula Mike Bessell, otro de los autores también del observatorio australiano, la probabilidad de encontrar una estrella con bajo contenido de hierro es de una entre un millón. «Encontrar esta aguja en un pajar es posible gracias al telescopio Sky Mapper que es único para encontrar estrellas con poco hierro a partir de su color», explica Bessell.

En realidad no es tan sencillo como mirar por un telescopio y observar el color. La estrella localizada en esta ocasión, llamada de forma abreviada SMSS 0313-6708, está a 6.000 años luz de la Tierra, en la Vía Láctea, una distancia relativamente pequeña en términos astronómicos. Pero aún así su color se analiza con un espectrómetro capaz de analizar las propiedades de la luz que recibe de las diferentes estrellas. Estos arqueólogos del Cosmos han tenido que analizar 60 millones de estrellas hasta dar con su objetivo, algo parecido a cavar todo el desierto del Sáhara en busca de una joya egipcia que no se sabe siquiera si existe.

martes, 4 de febrero de 2014

Chandra encuentra evidencias de Canibalismo estelar

La imagen compuesta de la izquierda muestra los rayos X y los datos ópticos para BP Piscium (BP Psc ) , una versión más evolucionada de nuestro Sol a unos 1.000 años luz de la Tierra . 
Los datos del Observatorio de rayos X Chandra son de color púrpura, y los datos ópticos del telescopio Shane 3 metros en el Observatorio Lick se muestran en naranja, verde y azul.  
BP Psc está rodeada por un disco de polvo y gases y tiene un par de chorros de varios años luz de longitud de voladura del sistema .  
Una vista de cerca se muestra por la impresión del artista de la derecha. Para mayor claridad se muestra un chorro estrecho , pero el chorro real es probablemente mucho más amplio , que se extiende a través de las regiones interiores del disco . 
 Debido al disco de polvo , la superficie de la estrella se oscurece en luz visible y en el infrarrojo cercano . Por lo tanto , la observación de Chandra es la primera detección de esta estrella en cualquier longitud de onda .El disco y los chorros , visto claramente en los datos ópticos , proporcionan evidencia de una interacción reciente y catastrófico en la que BP Psc consume una estrella cercana o planeta gigante . Esto sucedió cuando BP Psc se quedó sin combustible nuclear y se expandió a su fase de " gigante roja " .Jets y un disco suelen ser características de las estrellas muy jóvenes , por lo que los astrónomos pensaban que BP Psc podría ser uno también. 
Sin embargo , los nuevos resultados de Chandra argumentan en contra de esta interpretación, ya que la fuente de rayos X es más débil de lo esperado para una estrella joven. 
Otro argumento utilizado anteriormente contra el posible juventud de BP Psc es que no está cerca de cualquier nube de formación estelar y no existen otras estrellas jóvenes conocidas en sus inmediaciones . 
La imagen de Chandra apoya esta ausencia de un cúmulo de estrellas jóvenes , ya que los estudios múltiples longitudes de onda muestran que la mayoría de las fuentes de rayos X en la imagen compuesta es probable que se de rápido crecimiento de agujeros negros supermasivos en los centros de galaxias distantes.

Fast Facts for BP Psc:
Créditos X-ray (NASA/CXC/RIT/J.Kastner et al), Optical (UCO/Lick/STScI/M.Perrin et al); Illustration: NASA/CXC/M.Weiss
Fecha de Publicación del estudio September 14, 2010
Escala EL panel izquierdo es 7 arcmin a través (2 años luz)
Categoría Estrellas normales y Cúmulos de Estrellas
Coordinadas (J2000)  RA 22h 22m 24.70s | Dec -02° 13' 41.40"
Constelación  Piscis
Fecha de Observación 12 y 13 Ene 2009
Tiempo de Observación 21 horas
Obs. ID  8900, 10856
Instrumento ACIS
Referencias Kastner, J et al, 2010, ApJL, 719:L65-L68
Código de Color X-ray (Púrpura); Optico (Naranja, Verde, Azul)

jueves, 23 de enero de 2014

El planeta enano Ceres emite vapor

El descubrimiento difumina la distinción entre cometas y asteroides 
  La distinción tradicional entre los cometas, como bolas de hielo sucio, y asteroides, como rocas, parece estar difuminándose.
Ceres, planeta menor o el mayor asteroide conocido del Sistema Solar (dependiendo de qué definición se use), emite vapor de agua y puede que lo esté haciendo precisamente como un cometa, por sublimación de hielo.
Lo han descubierto unos astrónomos que lo han investigado con el telescopio espacial europeo Herschel.
El hallazgo tiene que ver con las migraciones significativas de los grandes planetas del sistema Solar, porque pudieron no haberse formado precisamente donde están ahora.
 Ceres, con un diámetro de casi mil kilómetros, un mundo en miniatura, es un cuerpo del cinturón de asteroides, el gran anillo de fragmentos situado entre las órbitas de Marte y de Júpiter.
Se había descubierto ya la pista del agua en ese asteroide en forma de minerales hidratados, pero el equipo internacional liderado por el científico de la Agencia Europea del Espacio (ESA) Michael Küppers anuncia ahora que ha identificado directamente con el Herschel (observatorio de infrarrojos de la ESA) vapor de agua en su entorno y dos fuentes de emisión en su superficie, unos seis kilogramos por segundo.
Ceres, descubierto en 1801, es un planeta enano, pero contiene la tercera parte de la masa total del cinturón de asteroides y parece que tiene un núcleo rocoso y un manto exterior helado.
La evaporación de agua puede ser debida a sublimación (el hielo se transforma directamente en gas, sin pasar por estado líquido), como en los cometas, o a criovulcanismo, cuando la erupción de los volcanes es de volátiles, como el agua, en lugar de rocas fundidas”, escriben Küppers y sus colegas en la revista Nature.
Se inclinan más bien por la explicación cometaria, pero no se puede descartar la otra idea, y en ese caso habría que pensar en una fuente de calor interna de radioisótopos de larga duración que mantendrían el calor necesario para generar las emisiones de vapor.
 
Ilustración de Ceres en el cinturón de asteroides. / ESA/ATG medialab "Es la primera vez que se detecta agua en el cinturón de asteroides y demuestra que Ceres tiene una superficie de hielo y una atmósfera", afirma Küppers en un comunicado de la ESA.
Las observaciones con el Herschel no proporcionaron suficiente resolución como para distinguir el origen del vapor, pero estos astrónomos han sido capaces de determinar las fuentes en la superficie observando las variaciones de la señal del agua durante la rotación de nueve horas del planeta enano. Han identificado así los dos zonas concretos, que son un 5% más oscuros que la media, por lo que absorberían más luz solar, siendo más templados y eficaces en la sublimación del hielo.
 La cuestión tiene mucho que ver con la denominada línea de nieve que, como una convención, divide el Sistema Solar en dos regiones: la interior de los cuerpos rocosos (el agua llegaría a los planetas terrestres con el bombardeo de cometas, después de su formación), y la exterior de los cuerpos helados, más allá del cinturón de asteroides.
Claro que algunos de esos cuerpos de hielo han podido migrar hacia el interior, señalan los investigadores. De hecho, la frontera se ha empezado a diluir con el descubrimiento de agua helada en la superficie de algunos asteroides. Si el vapor de Ceres se debe efectivamente a la sublimación de agua helada en su superficie, esto demostraría que ese mecanismo no se limita a los cometas, sino que está presente también en objetos del cinturón de asteroides.
Otros dos investigadores, Humberto Campins y Christine M. Comfort, de la Universidad de Florida Central, comentan el hallazgo y sus implicaciones en Nature y hacen hincapié en lo diferente que es Ceres de otro gran asteroide, Vesta, este último más seco y con una superficie ígnea con un pasado de calor y erupciones volcánicas que no parece haber sufrido el primero.
“Es muy probable que Ceres se formase en una región más fría en el exterior del sistema solar en formación que Vesta, más allá de la línea de nieve”, argumentan estos científicos.
Entonces entra en juego la migración de planetas y otros cuerpos dentro del Sistema Solar.
Campins y Comfort recalcan que una de las primeras pistas de que los planetas gigantes podrían haberse desplazado significativamente vino de la mano del descubrimiento de planetas extrasolares gigantes más cerca de su estrella que Mercurio lo está del Sol, en órbitas en las que no habrían podido formarse.

“La migración planetaria, desde entonces, se ha utilizado para explicar varias observaciones desconcertantes”, señalan estos astrónomos.
“La de Júpiter, por ejemplo, podría ser la causa de las diferencias de composición observadas en distintos asteroides”, añaden. “Según este escenario, los planetas gigantes en migración habrían alterado las poblaciones de cuerpos pequeños rocosos y helados (asteroides y cometas), que chocarían con la Tierra y la Luna y habrían depositado moléculas orgánicas y agua en nuestro mundo”.

El descubrimiento de las emisiones de vapor de agua en Ceres, concluyen, son compatibles con esta perspectiva de migración planetaria en la historia primitiva del Sistema Solar. Tanto los científicos de Florida como los liderados por Küppers (investigador del Centro de Astronomía Espacial de la ESA, en Madrid, ESAC), apuntan hacia el año que viene para disipar incógnitas sobre Ceres ya que a ese planeta menor llegará entonces la sonda espacial automática Dawn, de la NASA, que ya ha pasado junto a Vesta.